Grimgar Vol 7, Capitulo 14: «Dependencia»

El amor era profundo.

Tal vez.

Bueno, no es como si el inmaduro Haruhiro realmente lo entendiera.

Nacimiento, educación, raza, nada de eso tiene algo que ver… ¿lo supuso? Aunque era cuestionable si el Sr. Unjo y Rubicia eran realmente un marido y una mujer muy cariñosos. Puede que el Sr. Unjo simplemente se sintiera solo, siendo un forastero en una tierra desconocida, buscando consuelo con una mujer que acababa de conocer. La mujer podría haberle complacido por un sentimiento de lástima o algo así. Haruhiro no lo sabría, pero ese tipo de cosas podrían pasar… ¿cierto? Si lo hizo, ¿Esa también era una forma de amor? ¿Podría llamarlo así? ¿Quizás? ¿Hmm? Se preguntó…

El hecho de que el Sr. Unjo y Rubicia no actuaron particularmente apegados hizo que algo se sintiera incómodo. ¿Fue porque Haruhiro y los demás estaban allí? ¿Porque estaban avergonzados? ¿Coqueteaban cuando nadie más estaba cerca? ¿O así eran las cosas en Darunggar? Era difícil imaginar a una pareja llevando lo que Haruhiro pensaba que era la vida de casados aquí en Herbesit. ¿Quizás el hecho de que no se estuvieran asesinando ya significaba que estaban en una buena relación? Pero Rubicia parecía una persona intelectual y tranquila, o algo muy cercano a un ser humano y, aunque no lo era, quería pensar en ella como tal, por lo que no encajaba en Herbesit para empezar. ¿O también habían algunos pacifistas que vivían tranquilamente en esta ciudad?

Con la torre de Rubicia como base de operaciones, aprendieron una serie de cosas a medida que el Sr. Unjo les mostraba la ciudad al día siguiente o dos.

En gran parte de Herbesit, las provocaciones, la violencia y el robo continuaron sin fin. Incluso las calles aparentemente vacías son a veces el territorio de bandas de ladrones, por lo que es importante ser cauteloso. El campanario en el centro de la ciudad estaba controlado por una facción llamada Garafan -que aparentemente significaba «garra afilada»- y esa zona era especialmente peligrosa. El Sr. Unjo dijo que ni siquiera él se acercó al campanario.

En la ciudad de Herbesit también existían los Jagma (la gran tormenta), y los Skullhellgs (los hijos de Skullhell), otras dos organizaciones pandilleras, y, naturalmente, existía una lucha violenta entre ellos. Francamente hablando, Central Herbesit era el territorio de Garafan, la parte Oeste de Herbesit era la de Jagma y la parte Este de Herbesit era la de los Skullhellgs. Si se enfrentaban a alguno de estos tres grupos, se meterían en problemas.

Sin embargo, en el Viejo Barrio de Herbesit, había acueductos subterráneos, aunque ya casi no funcionaban, así como los cementerios. Quienes gobernaban los subterráneos en este lugar, los Zeran (los eruditos), eran un grupo excepcional que no se inclinaba por la violencia. Dicho esto, no estaban en contra del uso de la fuerza para mantener las disputas bajo control, así que si alguien empezaba una pelea bajo tierra, el castigo de los Zeran les estaría esperando. Sabían todo sobre la complicada red subterránea, y tenían un número considerable de combatientes, así que los Zeran no eran para nada débiles.

De hecho, sería justo decir que, bajo tierra, eran increíblemente fuertes. Ni siquiera Garafan, Jagma o los Skullhellgs, las tres grandes bandas de Herbesit, tratarían de invadir los subterráneos.

Ahora, siendo ese el caso, podrías imaginar que los subterráneos de Herbesit eran un paraíso, y que todos los débiles deberían irse a vivir allí, pero había razones por las que no podían. Los Zeran no eran tan cerrados de mente como para rechazar a los visitantes, pero eran una especie de elitistas, y no permitían que los forasteros vivieran en los subterráneos. Además, quedaban distritos sellados bajo tierra en los que sólo podían entrar los Zeran. Y para llegar a ser uno de los Zeran, uno tenía que entender sus doctrinas y someterse a entrenamiento.

Por cierto, Rubicia fue una ex Zeran, y había vivido bajo tierra antes, pero se había mudado a la superficie por ciertas razones. Aunque aún tenía conexiones en los subterráneos, fue tratada esencialmente de la misma manera en la que sería tratado un forastero.

Por lo tanto, Haruhiro y los demás intentaron visitar el subterráneo. Había un mercado allí, y podían comprar con monedas negras. En el caso de las herrerías, tiendas de comida, de ropa y otras más, había una mayor variedad de tiendas, y una mejor calidad en cada una de ellas, que la que había disponible en la aldea del pozo. Sin embargo, los precios eran el doble o el triple de los que había allí, lo que hacía que las cosas fueran bastante caras. También estaba la diferencia de que todo el mundo trabajaba con base 10.

Además, a pesar de su estadía allí, el equipo tuvo una idea de cuánto los Zeran despreciaban a los forasteros. O más bien, según el Sr. Unjo, cuando los forasteros compraban en el mercado subterráneo, se les cobraba el doble de lo que los Zeran pagarían. Los forasteros podrían quejarse: Eso no es justo, pero se les diría: «Si no les gusta, váyanse y no vuelvan nunca más», y con eso concluiría todo. También existían varios mercados en la superficie, pero las tres principales pandillas estaban involucradas en todos ellos, y esto les impedía crear un ambiente en el que pudieran tomarse el tiempo necesario para elegir los artículos que deseaban. Querían evitar problemas, así que no tuvieron más remedio que usar el mercado subterráneo.

Además, en el sótano de la torre de Rubicia, había un horno con una chimenea que llegaba hasta el tejado, una zona de cocción, un pozo increíblemente profundo y una tubería de desagüe que conducía a una alcantarilla; y todo lo necesario para vivir.

Además, aunque no se habían dado cuenta al principio, había dos pequeños entrepisos, y las habitaciones del Sr. Unjo y de Rubicia estaban ubicadas allí.

Estaban casados, y aun así ¿dormían en habitaciones separadas…? Aunque Haruhiro hubiese querido preguntar sobre eso, no podía. Ya los estaban molestando en su nido de amor. Sería un error entrometerse innecesariamente en todo esto.

Al tercer día, cuando habían aprendido un poco sobre Herbesit y empezaban a sentirse un poco más a gusto, el Sr. Unjo dijo que se irían de la ciudad.

«Les mostraré la salida. Para ser exactos, la entrada de la salida. Llegué a Darunggar por ahí. Todos mis colegas murieron. Yo fui el único sobreviviente. Ya no tengo intención de volver a casa. Hay un camino de regreso. Hay un camino, pero valoro demasiado mi vida para aceptarlo. Para vivir. He aprendido que eso es lo único que deseo».

Antes de partir, Rubicia sostuvo la mano derecha del Sr. Unjo con ambas manos, presionándola contra su mejilla durante un rato. Era un poco de contacto silencioso, como si fuera una especie de ritual.

El Sr. Unjo había dicho que no tenía intención de regresar a casa. ¿Quizás Rubicia sea la razón de ello? Al conocerla, el Sr. Unjo pudo haber encontrado una razón para seguir viviendo aquí.

Cuando salieron de la torre de Rubicia y dejaron la ciudad de Herbesit, se dirigieron hacia el oeste, en la dirección opuesta a la cresta donde la llama que no era el sol se elevaba cada día.

Al oeste de Herbesit se extendía una colina y había varias granjas, grandes y pequeñas, rodeadas de vallas. En las granjas había criaturas con cuerpos bastante diminutos, como niños, que removían la tierra o arrancaban esos tallos grises y oscuros que parecían malas hierbas. Hubieron un sinnúmero de veces en que los gaugais (inuzarus) al otro lado de las vallas les ladraban.

«Nunca cruces las vallas», ordenó estrictamente el Sr. Unjo. «Les causará problemas».

No era necesario que les dijera eso, ya que no tenían la intención de adentrarse en ellos. No sólo se veía a los pequeños campesinos que parecían esclavos y a los gaugais. Las granjas tenían leones que se mantenían erguidos, y también humanoides musculosos con cabezas de toro. Estaban armados. Vigilaban de cerca el trabajo de los campesinos y también se aseguraban de que no entraran intrusos en sus granjas. Si entraban sin autorización, aunque los guardias no descubrieran al equipo directamente, los gaugais ladrarían y les avisarían.

Una vez que pasaron las granjas, encontraron cosas blancas cubriendo la tierra que aumentaba y disminuía ligeramente. Ni siquiera necesitaban recogerlos para saber que eran. Eran huesos.

La llanura de huesos, Zetesidona. Según el Sr. Unjo, se trataba de un antiguo campo de batalla en el que las fuerzas de Lumiaris y Skullhell habían librado una intensa batalla, y algún gran poder había causado la muerte de decenas de miles de personas. Los cadáveres se habían podrido, sus posesiones habían sido robadas, y ahora sólo quedaban huesos. Explicó que incluso esos huesos fueron triturados y esparcidos por los campos de los granjeros, usados efectivamente como fertilizante. Zetesidona tenía tantos huesos que, a pesar de ello, aún no se les habían acabado.

Cuando pisaban un lugar donde los huesos estaban apilados profundamente, corrían el riesgo de caer y ser enterrados. Mirando de cerca, había puntos donde la basura se asomaba a través de los huesos. Esos lugares eran seguros.

Debieron observar sus pasos mientras cruzaban la llanura de huesos. Pero si mantuvieran los ojos constantemente hacia abajo, eso también sería peligroso.

Aquí había pájaros llamados skards. Estos pájaros carroñeros parecían cuervos gigantes, pero no podían volar mucho. Sus cuerpos eran demasiado pesados. La fuerza de sus piernas se habían desarrollado para compensar esta situación, y era aterrador ver a un skard apuntar desde lejos y luego lanzarse en línea recta para alcanzar a su objetivo.

Si Haruhiro y el equipo fueran lanzados al aire por uno de ellos, y aterrizaran en las profundidades de los huesos, eso sería lo peor. Aparentemente esta era la forma de cazar de los skards. Dejaban caer a sus presas en las profundidades de los huesos para que no pudieran moverse, y luego las picoteaban desde arriba. Eran feroces aves rapaces.

Cuando llegaron al río Dendoro, de color marrón rojizo, ya era de noche. El Dendoro no era un gran río, la orilla opuesta estaba a sólo diez metros, pero su corriente era muy rápida, y no era para nada poco profundo. No podían caminar o nadar sobre él.

Aparentemente había un puente río arriba, pero estaba muy lejos, así que decidieron acampar a orillas del río.

Cuando la llama en la cresta comenzó a apagarse, los pájaros carroñeros de la llanura de huesos graznaron [1] siniestramente. Podían oírlos hasta la orilla del río, y eso les impedía dormir.

Cuando los skards dejaron de graznar, la cresta en la distancia comenzó a arder.

Haruhiro nunca durmió, pero eso no era nada nuevo. No era un gran problema para él.

Caminaron a lo largo del río y el puente quedó a la vista después de un cuarto de día.

Haruhiro tenía un mal presentimiento sobre esto. Cuando se acercaron, el estado del puente se hizo evidente. Los pilares del puente seguían allí, al igual que las vigas, pero las tablas habían desaparecido, por lo que no era mucho mejor que un puente de troncos. Haruhiro, el ladrón, podría haber estado bien, pero sería un poco cruel esperar que el altamente armado Kuzaku o Shihoru, la maga, cruzase por allí. Sin embargo, el Sr. Unjo dijo: «Éste es el único puente».

Es seguir o volver, pensó Haruhiro.

Le llevó mucho tiempo a Shihoru, y hubo muchas veces en que parecía que Kuzaku se caería al río, pero de alguna manera lograron cruzarlo. El señor Unjo, por supuesto, y el resto de sus compañeros, incluido Haruhiro, lo lograron sin problemas.

Había ruinas al otro lado del puente. Aunque Haruhiro las llamaba ruinas, no estaban tan intactas como la Ciudad de los Muertos. Habría sido mejor referirse a ellas como los restos de las ruinas. Sin embargo, estos restos de las ruinas cubrían una vasta extensión de tierra.

«Aquí había una ciudad llamada Alluja», explicó el Sr. Unjo. «Si buscas, de vez en cuando encontrarás placas.»

«¡¿Eh?!» Ranta saltó, y luego señaló a lo lejos. «H-H-H-H-H-H-Hey, ¿hay algo ahí?»

«Probablemente sea una columna o algo así…» Haruhiro puso su mano en la empuñadura de su espada corta solo para estar seguro y entrecerró los ojos. Al final, lo que Ranta había señalado no se movió. Parecía tener forma de persona, pero era muy probable que sólo fueran los restos de un edificio. -¿No…?

Haruhiro bajó su cuerpo y desenvainó su espada corta. » ¿Quizás acaba de moverse? Esa cosa, justo ahora…»

«¡Mira!» Ranta tenía preparada su espada negra, ocultándose detrás del Sr. Unjo. «¡Sácalo, Unjo-san! ¡Te cubriré! ¡Definitivamente!»

«Sí, estoy seguro de que lo harás…» Kuzaku preparó su espada larga y su escudo para poder usarlos en cualquier momento, y luego avanzó. «Hay algo, ¿verdad? Por aquí.»

«Logoks», dijo el Sr. Unjo. «Se los conoce como Hombres arbol». Sacó el hacha colgando de su cintura.

La cosa que se parecía a los restos de un edificio estaba caminando hacia ellos con pasos temblorosos. Aumentando gradualmente la velocidad. Estaba viniendo. Corriendo hacia ellos. El logok. Un hombre árbol. Ciertamente parecía un árbol. Tenía un torso en forma de tronco con ramas en forma de piernas y brazos, no, tal vez brazos y piernas en forma de ramas? De todos modos, sus movimientos eran torpes, pero no lentos.

Kuzaku estaba listo para enfrentarlo de frente, pero el Sr. Unjo lanzó su hacha. El hacha giró por el aire, y luego cortó una de las extremidades del logok. El logok perdió el equilibrio y tropezó.

«Los Logoks no mueren», explicó con calma el Sr. Unjo. «Destrúyanlo, y eviten que se mueva».

«¡Roger Wilco!» Ranta saltó hacia el logok y lo cortó en pedazos con su negra espada. «¡Ohohohohoho! ¡Tranquilo, pequeño! ¡Gahahahahahahahaha!»

«Escucha un poco…» Haruhiro estaba tan disgustado con Ranta que se sintió horrible.

«¡Meow!» Yume soltó un extraño grito. «¡Todavía hay más!»

Haruhiro se lo había imaginado. Bueno, no, en realidad no, pero no es extraño que hayan más. Mirando a mi alrededor, veo que han aparecido otras siluetas humanoides. ¿Aparecieron? Tal vez esa no sea la palabra correcta. De todos modos, probablemente sean Logoks. Cinco, seis de ellos. Quizá sean más.

«No son fuertes», dijo el Sr. Unjo mientras sacaba otra arma de su mochila. «Sin embargo, son numerosos y problemáticos.»

«¡Cuidaré de Shihoru!» Merry sostuvo su cetro y se paró junto a Shihoru tras ella.
Shihoru asintió, como diciendo, tengo a Merry aquí, así que no te preocupes por mí.

Son numerosos y problemáticos, pensó Haruhiro, recordando lo que había dicho el Sr. Unjo. Era verdad, había muchos de ellos. Para conseguir un número aproximado, en el momento en que pudieron tomar un descanso, ya habían eliminado cuarenta de esas cosas. Cincuenta, probablemente.

Ranta estaba jadeando, exhausto y sin aliento. «¿Vamos a tener que luchar contra estas cosas para siempre…?»

«No. Usaré esto.» El Sr. Unjo levantó una rama seca que parecía haber sido el brazo o la pierna de un logok. Cuando lo prendió fuego, un humo blanco surgió de él y dejó salir un olor agridulce. No era intolerable, pero estaba lejos de ser agradable.

«…Um, ¿el hedor ahuyenta los Logoks?» Preguntó Haruhiro, intentando no respirar por la nariz.

«Sí». El Sr. Unjo miró a su alrededor. «Sólo para estar seguros, tomemos todo lo que podamos.»

«Qué asco», se quejó Ranta, pateando trozos de madera. «Esta cosa apesta. Huele asqueroso. -¿Bwuh?!» El Sr. Unjo le había pateado el trasero. «¡Lo… lo siento! Huele muy bien, ¿verdad? Es un olor dulce, ¡¿sí?! Muy bien, ¡es hora de recoger todo lo que pueda!»

Bueno, Haruhiro no creía que el Sr. Unjo patearía a nadie más aparte de Ranta, pero tampoco quería logoks por todas partes, así que todos trabajaron duro para recolectar trozos de madera. ¿Cuánto tiempo transcurrió hasta que volvieron a caminar?

Haruhiro se volteó. ¿Lo había imaginado? Volvió a mirar hacia delante, y caminó.
…¿Eh? No, hay algo extraño, después de todo.

Haruhiro levantó la mano, deteniendo a todo el mundo. «Um, ¿unjo-san?»

«¿Qué?»

«No nos están siguiendo… ¿verdad?»

«Es posible», dijo el Sr. Unjo como si no fuera nada. «El olor de Logok repele logoks. Sin embargo, a cambio, atrae a los nivles.»

«¿Pezones? [2]» Yume ladeó la cabeza. «¿Qué significa eso?»

El Sr. Unjo se bajó el sombrero de trenzas. «…Son nivles.»

«Idiota.» Ranta señaló a su propio pecho. «Si fueran pezones, tienes un par. ¿Por qué vendrían aquí unos pezones? ¿Estás obsesionada con los pezones o algo así, Yume?»

«…Entonces, ¿qué es un nivle?» Shihoru ignoró a Ranta y preguntó.

«Lagartos», respondió el Sr. Unjo inmediatamente. «Alrededor de cuatro metros de largo».

«¡Cuatro!» Kuzaku soltó una breve y extraña risa. «… U-Un poco grandes, ¿eh?»

«Ciertamente…» Merry miró a su alrededor. «…no son pequeños, no lo son.»

El Sr. Unjo desenvainó su hacha de la cintura. «Son menos como lagartijas, y más como pequeños dragones.»

«Oh, dios…» Haruhiro se agachó hacia delante. Le dolía el estómago. «Personalmente, no quiero conocer a ningún dragón… No aquí… No, en ningún sitio…»

«¡S–S-Sí, b-b-bueno, yo digo que q-q-quiero conocerlos!» declaró Ranta.

«Dices eso, Ranta, pero tu voz tiembla.»

«Y-Y-Y-Yume! ¡¿Por qué estás tan tranquila?! ¡Es un dragón, maldita sea! ¿Sabes que es un dragón?»

«¿Crees que son lindos, estos drangos?» [3]

«¡No drangos, dragones, idiota!»

«¡Yume no es un idiota!»

«¡Aquí viene…!» Haruhiro exhaló con fuerza.

La criatura estaba a unos cinco metros de distancia. Se había asomado por la esquina de un muro deteriorado. Medía menos de un metro, pero era grande para ser un animal de cuatro patas. Realmente grande. Era un lagarto verde oscuro, ¿o más bien un cocodrilo? No, ¿un dragón? Tenía una carnosa cresta en la parte superior de la cabeza.

«¿Huimos…?» Haruhiro dudó en pedir consejo a Unjo.

«Son persistentes», dijo. «Nos perseguirá durante días. Tenemos que deshacernos de él. Es venenoso. Si te muerden, será peligroso. Ten cuidado.»

«Sí, señor…» Haruhiro respondió como un niño sin querer.

Esto no es bueno. Necesito mantener la calma. Probablemente he estado relajándome porque el Sr. Unjo está con nosotros. Yo soy el líder aquí. El líder, se dijo Haruhiro. Cuando hay una persona de confianza a mi lado, dependo de ella. Soy una persona débil. Siempre ocurre, y aún así no me gusta. Sí. Soy débil. Realmente soy irremediablemente débil, así que necesito al menos intentar mantener la calma.

El nivle caminó constantemente hacia ellos. Sus pasos eran prácticamente silenciosos. Era un milagro que lo hubiera notado antes. Si no lo hubiera hecho, podría haberles tendido una emboscada. Aunque hubiesen corrido a toda velocidad y pensaran que lo habrían perdido, es posible que se les estuviera acercando por detrás.

El Sr. Unjo tenía razón. Tenían que arreglar esto aquí.

«Kuzaku, cuento contigo», dijo Haruhiro. «Toma la cabeza. Yume y Ranta, a los lados. Merry, quédate con Shihoru. Shihoru, apóyanos con Dark. Usa el momento que más te convenga. Unjo-san, si es necesario, por favor, ayúdame».

«Muy bien», respondió el Sr. Unjo, su voz sonaba un poco amable.

Haruhiro probablemente tenía los ojos bastante somnolientos ahora mismo.

«… Muy bien», dijo. «Hagámoslo».


Notas de Traducción:

[1] Graznar: Son los sonidos emitidos por las aves. algo así como lo es un aullido para los lobos, Graznar es cuando el sonido proviene de las aves.

[2] En esta parte, Yume en vez de escuchar «Nivles», escucha «Nipples» que son pezones. El chiste se perdió en la traducción. En cuanto a lo que decía en japones, no se me viene nada a la mente.

[3] En esta parte, no creo que sea muy difícil saber como se equivoco. Yume escucha «drangos» en vez de «dragón». en el japones la palabra «dragon» se pronuncia como «Doragon» y lo mas probable es que se confundiera con «Toragon» que en japones suenan muy similares y como «Tora» (虎) significa tigre, lo mas probable es que pensó que era algún tipo de felino, por eso pregunta si tal vez era lindo.

3 comentarios en “Grimgar Vol 7, Capitulo 14: «Dependencia»

  1. viejo me acabo de hechar los 7 vol en cuatro dias , tengo los ojos rojos y ojeras pero ya tenia ganas de leer esta novela desde el anime como muchos , muchas gracias por seguir traduciéndolo ademas de las notas que dejas la verdad el pendiente que no me dejaba dormir era saber si mary o merry y Kuzaku eran pareja , saludos y cuidate traductor. no se si tengas face para seguirte jejeje.

    Me gusta

Replica a Julio Cancelar la respuesta